Desarrollo familiar: Cómo comer en familia beneficia a todos

Desarrollo familiar: Cómo comer en familia beneficia a todos

Ser padre es un trabajo a tiempo completo en sí mismo.

Hay que ir al colegio, acudir al médico, ayudar a los niños con los deberes y llevarlos a las actividades deportivas extraescolares, todo ello sumado al trabajo a tiempo parcial o completo, las interminables tareas domésticas y las molestas gestiones administrativas... ¡uf!

Con todo esto, no es de extrañar que poner la cena sobre la mesa cada noche pueda suponer un enorme reto, por no hablar de conseguir que toda la familia coma junta.

Aunque puede resultar difícil, cenar juntos en familia puede tener importantes beneficios emocionales y físicos tanto para los niños como para los adultos.

El Proyecto Cena Familiar Cero de Harvard de Harvard afirma que los niños que cenan en familia tienen más autoestima, son más resistentes y rinden más en la escuela. Además, las comidas en familia están relacionadas con tasas más bajas de depresión y trastornos alimentarios en los niños.

Repasemos estos beneficios, así como algunos consejos para que comer juntos en familia sea un poco menos estresante.

Fortalece los lazos
Las familias que comen juntas a menudo descubren que, como resultado, se acercan más unas a otras.

Las comidas compartidas dan a los miembros de la familia la oportunidad de hablar sobre su día, ayudando a que todos sepan lo que le pasa a cada miembro fuera de casa.

Esto, a su vez, fomenta las conversaciones posteriores, ya que los seres queridos hacen preguntas de seguimiento como "¿qué tal el examen de ortografía de ayer?" o "¿te divertiste hoy en la excursión?"

Esto crea naturalmente una sensación de cercanía, y estos vínculos reforzados ayudan a los niños a sentirse felices y seguros sabiendo que sus seres queridos están siempre ahí para escucharles y apoyarles.

Mejor nutrición
Todos sabemos que comer en casa es mucho más sano que comer fuera o pedir comida para llevar. Además, da a los niños la oportunidad de meterse en la cocina y les enseña sobre nutrición.

Ayudar a preparar una comida familiar puede ayudar a los niños a familiarizarse con diferentes verduras y otros tipos de ingredientes y les enseña exactamente el trabajo que supone poner la cena en la mesa.



Enseña responsabilidad
Antes de que las familias puedan comer juntas, ¡hay que preparar la media!

Involucrar a los niños en la preparación de la comida, poner la mesa y ayudar a limpiar es una buena manera de enseñarles a ser responsables desde pequeños. Preparar la comida es otra forma de estrechar lazos, ya que ofrece más oportunidades para que la familia esté unida.

Controlar los estados de ánimo
Cuanto más tiempo pasen las familias en compañía de los demás, mejor sabrán detectar si alguien no está bien.

Detectar cambios sutiles en el estado de ánimo de su hijo le permitirá detectar posibles problemas a tiempo. Cuanto más tiempo pasen juntos, más cómodos se sentirán los niños a la hora de compartir cualquier preocupación o inquietud que puedan tener, como problemas con un matón en el colegio o ansiedad por los deberes que les están costando hacer.

De este modo, todos tienen la oportunidad de escuchar y ofrecer consejos para ayudarse mutuamente a ser más resistentes y a desarrollar habilidades esenciales para la resolución de problemas y conflictos.


Consejos para comer en familia

Sin pantallas
Las pantallas se interponen en el camino para hacer de las comidas en familia una experiencia significativa. Aunque las pantallas pueden ser una bendición a la hora de conseguir que los niños se estén quietos y coman, a la larga no les hacen ningún favor.

Deje que los niños sepan que pueden volver a sus pantallas después de la cena; con el tiempo llegarán a asociar la cena con el tiempo en familia.

No se presione
Si tiene un atasco, un niño se pone enfermo o no se encuentra bien, no se sienta culpable por no preparar una comida en casa y comer con la familia. La vida pasa, y siempre hay un mañana.

Empieza poco a poco
Si tu familia no come junta a menudo, esto supondrá un gran cambio para todos. Empieza con una comida a la semana y ve aumentando gradualmente hasta llegar a un número que se adapte a tus necesidades y a las de tu familia.

Ten paciencia
Parece que en todas las familias hay un comensal quisquilloso y, después de un duro día de trabajo y de dedicar tiempo a preparar la cena, puede ser increíblemente frustrante que alguien empiece a quejarse y no quiera comer.

Ten paciencia con ellos (y contigo mismo). Anímale a probar un bocado y, si después de varios intentos sigue negándose, que se coma un bocadillo más tarde. No es el fin del mundo y no se van a morir de hambre.

La hora de la comida puede ser una forma maravillosa para que las familias estrechen lazos y lleguen a conocerse a un nivel más profundo. Ya comáis juntos una vez a la semana o todos los días, los beneficios merecen la pena.

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